Se visita por primera vez una explotación con diferentes parcelas de olivo picual de secano, de diversas edades y número de pies, en terrenos la mayoría de arena y grava.
La finca presentaba problemas relacionados con la poda, manejo de suelo y nutrición, sobre todo en lo que respecta al boro. En este tipo de suelos, el boro da problemas, pues es uno de los nutrientes que con más facilidad se pierde por lixiviación.
En algunas parcelas, hice poda de algunos olivos, como orientación de la poda mas recomendada.
Os muestro fotos de los olivos de una de las parcelas. Son olivos de un pie, con la edad ideal para empezar bien a preparar para renovar, o incluso para hacer las primeras renovaciones.
Los olivos presentaban muchos secos debido a la falta de poda de aclareo (prácticamente inexistente en las zonas del picual de Córdoba y Jaén), y bajos niveles de boro, potasio, y zinc. El suelo es muy arenoso, ya que esta zona fué en el Mioceno un delta, es decir, la desembocadura de un antiguo río en la costa, de ahí la arena y la grava tan abundantes. Y despues de tantos millones de años, con estos materiales expuestos a las lluvias, estos suelos estan bastante deficientes de boro, magnesio y azufre.
Mi estilo de poda consiste en imaginar mentalmente el olivo ideal en la parcela en cuestión, y atacar, de abajo hacia arriba, a lo que más se aleje del ideal. Al hacerlo de abajo hacia arriba, se consigue eliminar la mayor madera posible.
Estos olivos de un pie, se desea que tengan la cruz a una buena altura, con dos o tres ramas en la cruz, simétricas entre sí, con buen ángulo con la vertical, separación homogénea entre sí, vigor uniforme entre ellas, y buena relación hoja madera.
Al ser olivos de un pie, los golpes de poda más gruesos, van encaminados a subir la cruz, hacer cortes de vida, hacer raídos y huecos de estrella, y después, limpiar chupones, secos y ramillas cruzadas.
En la variedad picual, se debe priorizar la eliminación de estructuras gruesas frente a la limpia, lo que no es así en otras variedades.